jueves, 17 de diciembre de 2015

Asesinato. Relato corto basado en un hecho real.

¡Asesinato!

(Basado en un hecho real)

Parodiando a Don Miguel de Cervantes y Saavedra, me atrevo a decir y digo. En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que sucedió lo que a continuación me propongo relatar y relato.

Una mañana como otra cualquiera en un típico pueblo manchego, el comandante de puesto, estuvo durante un largo rato charlando con un oficial de más graduación, de otro pueblo, que pasaba por allí para dirigirse a continuación a un tercero. Luego cuando este se marchó, junto a un número pasaron a un establecimiento de los más típicos del lugar para tomarse un café.

Desde la zona en que se encontraban, observaron cierto revuelo en los alrededores de de una de las entidades bancarias de la localidad, a pesar de encontrarse esta algo retirada del lugar en que estaban ellos. 

El tumulto de gente en los alrededores de la misma se hacía sentir.

Algún tiempo antes y en vistas de las inminentes elecciones, el gobierno de turno, tratando de no perder comba, había puesto en servicio un tramo nuevo de autovía, con tanta precariedad, que la falta de seguridad resultó ser tan evidente que durante un solo mes se produjeron en ese tramo cerca de una veintena de  muertos a causa de diversos accidentes de tráfico.

Esa misma mañana, unas horas antes el comandante de puesto había mandado a uno de los números a pagar la factura del carburante que consumían los vehículos, que ellos utilizaban, (gasolina o gasóleo) a la estación de servicio que venía suministrándosela; por entonces se pagaba en metálico.

Al percatarse de lo acaecido, se pasó por el cuartel indicándole al guardia que se encontraba de servicio que le acompañase hasta el banco.

En el interior del mismo se encontraba el cadáver de un hombre que había sido asesinado unas horas antes, el punzón que tenía clavado en la sien, y que le había producido la muerte, era una especie de lezna. La puerta interior del despacho donde este se encontraba, que siempre estaba cerrada, no había sido forzada y el dinero de la caja había desaparecido.

Se iniciaron las investigaciones y el presunto asesino nunca fue encontrado, a pesar de que la policía científica hizo su aparición y empezó a recabar información.

Parece ser que este grupo tan altamente especializado de la policía, no es tan eficiente, o al menos este no lo fue, como nos lo pintan en la mayoría de las películas que vemos en el cine o en la pequeña pantalla, y se basan mucho más en los informes que les facilitan la policía o guardia civil locales, que en lo que ellos mismos son capaces de recabar.

Empero, es necesario señalar que por aquellos tiempos el comandante de puesto de aquella localidad, era un tanto bisoño y no poseía la intuición necesaria, los conocimientos, o la capacidad de reflexión,  que más tarde con el paso de los años fue adquiriendo a base de experiencia.

Los guardias que componían aquella pequeña unidad, que llevaban allí gran cantidad de años, no servían de mucha ayuda, ya que eran de una estulticia contrastada, parecía como si hubieran sido elegidos adrede entre los más obtusos que pudiera haber en el cuerpo.

De hecho aunque el asesino nunca fue encontrado y el crimen quedó por tanto impune; para este comandante de puesto si hubo un asesino conocido, pero llegar hasta él le llevó varios años de cavilaciones.

Remitiéndonos a los hechos, y volviendo al inicio de los acontecimientos, hay que decir que cuando el comandante de puesto se dirigió al guardia que se encontraba de servicio en el cuartel, para que le acompañara a investigar lo sucedido en el banco, este se descompuso por completo y comenzó a vomitar, algo poco usual en una persona acostumbrada a contemplar cadáveres de todo tipo y en las más diversas circunstancias.

Ergo este mismo guardia había sido el que la misma mañana del asesinato, se había encargado de ir a pagar la factura del combustible a la estación de servicio donde los vehículos oficiales  tenían asignado el repostaje.

Como se ha comentado al principio, el comandante de puesto, era nuevo en el cargo y llevaba en aquella localidad muy poco tiempo, por lo cual en esos momentos no reunía los requisitos suficientes para el esclarecimiento del caso, pero el tiempo y la experiencia se encargaron de que trascurrido algunos años, pudiera enfocar y analizar los hechos con la frialdad necesaria para esclarecer el caso; para entonces digamos que su savoir faire,  esa habilidad instintiva de afrontar cualquier situación y salir ganando, se había acrecentado notablemente.

Como queda dicho con el paso del tiempo el comandante de puesto fue conociendo todos los entresijos de su entorno;  así llego a su conocimiento, que este mismo guardia se pasaba horas y más horas en los bares y muy especialmente, en las maquinas tragaperras de los mismos.

Como consecuencia de ello debía de gastar más de lo que ganaba, su ludopatía era manifiesta.

Resultando de lo más singular la vida subrepticia que debía llevar fuera del cuartel.

Algún tiempo después, el mismo guardia que parece ser era el encargado de la tesorería del cuartel, robó la caja con una importante cantidad de dinero y desapareció.

No obstante fue encontrado y cumplió la correspondiente condena por este robo.

El responsable único que atendía aquel banco, era un hombre muy conocido en aquel entorno, y el mismo comandante de puesto, consuetudinariamente se pasaba largos ratos charlando con él cuando la ocasión lo permitía;  cuando este aparecía, no dudaba en abrirle la puerta del despacho para que pasara al interior; esto era algo que hacia si el que que se presentaba era conocido y de su entera confianza, de lo contrario no abría la puerta a nadie.

El móvil estaba claro, fue el robo, pero sobre el asesino no parecía haber indicios, era como si un halo misterioso lo envolviese todo, como si se lo hubiera tragado la tierra.

Atando todos los cabos y con el paso del tiempo, cuando todo le resultó familiarmente conocido al comandante de puesto, este llego fácilmente a la conclusión de quien había sido el asesino. Ahora todo casaba, cayendo por su propio peso, la situación se esclarecía de forma concluyente.

Alguien que está acostumbrado a ver cadáveres ensangrentados  con todo tipo de daños y/o mutilaciones; obsérvese que en un solo mes hubo en la zona cerca de veinte accidentes mortales, que debieron investigar, con cadáveres que presentaban todo tipo de destrozos, debido a los impresionantes impactos; no se descompone y empieza a vomitar al comentarle que tiene que ir a investigar un caso, habiendo pasado por numerosas situaciones de índole parecida.

Ese mismo guardia unas horas antes había dispuesto de tiempo suficiente, para llevar a cabo cualquier  fechoría que se propusiera, cuando fue enviado a pagar la factura del carburante.

Era también  muy conocido del responsable del banco, con el que también solía charlar, encargado del establecimiento del orden, y alguien de su entera confianza, por tanto nada sospechoso, por lo que no cabía resultar nada extraño que el empleado del banco le franqueara la puerta.

Un sujeto acostumbrado a gastar en las maquinas tragaperras más de lo que su sueldo le permitía.

A la vista de todo lo anterior, el comandante de puesto, al que mas de una vez se  le oyó decir, ¡ay! si esto me hubiera pillado unos años después. Llegado un momento no tuvo la menor duda de quién había sido el asesino.

Para entonces ya era tarde, el presunto asesino había muerto y tal vez el delito hubiera prescrito. Pero él se agarraba  ahora a esta suerte de fatigada complacencia, pues estaba seguro, aunque fuera demasiado tarde, de la prueba palmaria de su culpabilidad.


Puertollano 17 de Diciembre de 2.015