¡Asesinato!
(Basado en un hecho
real)
Parodiando a Don Miguel de
Cervantes y Saavedra, me atrevo a decir y digo. En un lugar de la Mancha, de
cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que sucedió lo que a continuación
me propongo relatar y relato.
Una mañana como otra cualquiera
en un típico pueblo manchego, el comandante de puesto, estuvo durante un largo rato charlando con un oficial de más graduación, de otro pueblo, que
pasaba por allí para dirigirse a continuación a un tercero. Luego cuando este se marchó, junto a un número
pasaron a un establecimiento de los más típicos del lugar para tomarse un café.
Desde la zona en que se
encontraban, observaron cierto revuelo en los alrededores de de una de las
entidades bancarias de la localidad, a pesar de encontrarse esta algo retirada
del lugar en que estaban ellos.
El tumulto de gente en los alrededores de la misma se hacía sentir.
Algún tiempo antes y en vistas de
las inminentes elecciones, el gobierno de turno, tratando de no perder comba,
había puesto en servicio un tramo nuevo de autovía, con tanta precariedad, que
la falta de seguridad resultó ser tan evidente que durante un solo mes se
produjeron en ese tramo cerca de una veintena de muertos a causa de diversos accidentes de
tráfico.
Esa misma mañana, unas horas antes
el comandante de puesto había mandado a uno de los números a pagar la factura
del carburante que consumían los vehículos, que ellos utilizaban, (gasolina o
gasóleo) a la estación de servicio que venía suministrándosela; por entonces se
pagaba en metálico.
Al percatarse de lo acaecido, se
pasó por el cuartel indicándole al guardia que se encontraba de servicio que le
acompañase hasta el banco.
En el interior del mismo se
encontraba el cadáver de un hombre que había sido asesinado unas horas antes,
el punzón que tenía clavado en la sien, y que le había producido la muerte, era
una especie de lezna. La puerta interior del despacho donde este se encontraba,
que siempre estaba cerrada, no había sido forzada y el dinero de la caja había
desaparecido.
Se iniciaron las investigaciones
y el presunto asesino nunca fue encontrado, a pesar de que la policía
científica hizo su aparición y empezó a recabar información.
Parece ser que este grupo tan
altamente especializado de la policía, no es tan eficiente, o al menos este no
lo fue, como nos lo pintan en la mayoría de las películas que vemos en el cine
o en la pequeña pantalla, y se basan mucho más en los informes que les
facilitan la policía o guardia civil locales, que en lo que ellos mismos son capaces de recabar.
Empero, es necesario señalar que
por aquellos tiempos el comandante de puesto de aquella localidad, era un tanto
bisoño y no poseía la intuición necesaria, los conocimientos, o la capacidad de
reflexión, que más tarde con el paso de
los años fue adquiriendo a base de experiencia.
Los guardias que componían
aquella pequeña unidad, que llevaban allí gran cantidad de años, no servían de
mucha ayuda, ya que eran de una estulticia contrastada, parecía como si
hubieran sido elegidos adrede entre los más obtusos que pudiera haber en el
cuerpo.
De hecho aunque el asesino nunca
fue encontrado y el crimen quedó por tanto impune; para este comandante de
puesto si hubo un asesino conocido, pero llegar hasta él le llevó varios años
de cavilaciones.
Remitiéndonos a los hechos, y
volviendo al inicio de los acontecimientos, hay que decir que cuando el
comandante de puesto se dirigió al guardia que se encontraba de servicio en el
cuartel, para que le acompañara a investigar lo sucedido en el banco, este se
descompuso por completo y comenzó a vomitar, algo poco usual en una persona
acostumbrada a contemplar cadáveres de todo tipo y en las más diversas
circunstancias.
Ergo este mismo guardia había
sido el que la misma mañana del asesinato, se había encargado de ir a pagar la
factura del combustible a la estación de servicio donde los vehículos
oficiales tenían asignado el repostaje.
Como se ha comentado al principio,
el comandante de puesto, era nuevo en el cargo y llevaba en aquella localidad
muy poco tiempo, por lo cual en esos momentos no reunía los requisitos
suficientes para el esclarecimiento del caso, pero el tiempo y la experiencia
se encargaron de que trascurrido algunos años, pudiera enfocar y analizar los
hechos con la frialdad necesaria para esclarecer el caso; para entonces digamos
que su savoir faire, esa habilidad instintiva de afrontar cualquier
situación y salir ganando, se había acrecentado notablemente.
Como queda dicho con el paso del
tiempo el comandante de puesto fue conociendo todos los entresijos de su
entorno; así llego a su conocimiento, que este mismo guardia se pasaba horas y
más horas en los bares y muy especialmente, en las maquinas tragaperras de los
mismos.
Como consecuencia de ello debía de gastar más de lo que ganaba, su
ludopatía era manifiesta.
Resultando de lo más singular la vida subrepticia que debía llevar fuera del cuartel.
Resultando de lo más singular la vida subrepticia que debía llevar fuera del cuartel.
Algún tiempo después, el mismo
guardia que parece ser era el encargado de la tesorería del cuartel, robó la
caja con una importante cantidad de dinero y desapareció.
No obstante fue encontrado y
cumplió la correspondiente condena por este robo.
El responsable único que
atendía aquel banco, era un hombre muy conocido en aquel entorno, y el mismo
comandante de puesto, consuetudinariamente
se pasaba largos ratos charlando con él cuando la ocasión lo permitía; cuando este aparecía, no dudaba en abrirle la
puerta del despacho para que pasara al interior; esto era algo que hacia si el que que se presentaba era conocido y de su entera confianza, de lo
contrario no abría la puerta a nadie.
El móvil estaba claro, fue el
robo, pero sobre el asesino no parecía haber indicios, era como si un halo
misterioso lo envolviese todo, como si se lo hubiera tragado la tierra.
Atando todos los cabos y con el
paso del tiempo, cuando todo le resultó familiarmente conocido al comandante de
puesto, este llego fácilmente a la conclusión de quien había sido el asesino. Ahora
todo casaba, cayendo por su propio peso, la situación se esclarecía de forma concluyente.
Alguien que está acostumbrado a ver cadáveres ensangrentados con todo
tipo de daños y/o mutilaciones; obsérvese que en un solo mes hubo en la zona
cerca de veinte accidentes mortales, que debieron investigar, con cadáveres que
presentaban todo tipo de destrozos, debido a los impresionantes impactos; no se
descompone y empieza a vomitar al comentarle que tiene que ir a investigar un
caso, habiendo pasado por numerosas situaciones de índole parecida.
Ese mismo guardia unas horas
antes había dispuesto de tiempo suficiente, para llevar a cabo cualquier fechoría que se propusiera, cuando fue
enviado a pagar la factura del carburante.
Era también muy conocido del responsable del banco, con el que también solía charlar, encargado del establecimiento del orden, y alguien de su entera confianza, por tanto nada sospechoso, por
lo que no cabía resultar nada extraño que el empleado del banco le franqueara
la puerta.
Un sujeto acostumbrado a gastar
en las maquinas tragaperras más de lo que su sueldo le permitía.
A la vista de todo lo anterior,
el comandante de puesto, al que mas de una vez se le oyó decir, ¡ay! si esto me hubiera
pillado unos años después. Llegado un momento no tuvo la menor duda de quién
había sido el asesino.
Para entonces ya era tarde, el
presunto asesino había muerto y tal vez el delito hubiera prescrito. Pero él se
agarraba ahora
a esta suerte de fatigada complacencia, pues estaba seguro, aunque fuera
demasiado tarde, de la prueba palmaria de su culpabilidad.
Puertollano 17 de Diciembre de
2.015